Vulvovaginitis en las niñas

La fortaleza de las mujeres se pone a prueba día con día, incluso desde pequeñas, ya que deben enfrentar muchas enfermedades propias de su condición de mujer.

Es frecuente diagnosticar la vulvovaginitis en la infancia, especialmente entre los seis y nueve años, y son las madres las que detectan irregularidades en sus hijas y las llevan a la consulta ginecológica-infantil.
El término vulvovaginitis se refiere a la inflamación de la vagina y vulva que se acompaña de flujo. Las madres traen a sus niñas, ya que en general notan un flujo persistente que mancha la ropa interior.

Habitualmente la vulvovaginitis se produce por infección por una mezcla de bacterias que viven normalmente en nuestro organismo. Puede ser desde la vía aérea (nariz-boca) o en la zona anal. Es la propia niña la que lleva los gérmenes, a través de sus manos, a la zona genital.

Hay varios factores que predisponen a las infecciones vulvo vaginales. Es frecuente que la ropa interior sea lavada en la lavadora donde el enjuague puede ser deficiente y los rastros de detergente suelen ser muy irritantes. Que la ropa interior sea sintética provee un aumento de la humedad a nivel genital, favoreciendo la aparición de infecciones. Otros factores que predisponen a la aparición de esta enfermedad es la higiene inadecuada o excesiva, el uso de protectores diarios, uso de jabón, talco o desodorante íntimo, factores anatómicos, hábitos exploratorios y masturbatorias propias de la edad.

Las niñas más pequeñas también suelen descubrirse sus genitales, se introducen de manera accidental cuerpos extraños como pedacitos de papel higiénico o partes diminutas de juguetes lo que puede provocar un flujo genital persistente de mal olor.

Al contrario de lo que la gente pudiese pensar, el abuso sexual no es la primera alternativa que el médico piensa como causa de vulvovaginitis, ya que generalmente esta infección se produce por un crecimiento de microorganismos que viven habitualmente en otras zonas de nuestro cuerpo (boca, nariz, zona perianal) y que la misma niña lleva a la zona genital a través de sus manos. El manejo consiste en identificar las características del flujo, identificar otros síntomas que lo acompañen y mejorar hábitos higiénicos.

En general, hay medidas simples que pueden prevenir esta enfermedad. El lavado frecuente de manos, uñas cortas y limpias, realizar una adecuada limpieza genital para evitar el arrastre de gérmenes desde la zona perianal a la vulvar, realizar el aseo de la zona genital sólo con agua, usar sólo ropa interior 100% algodón y lavarla a mano con jabón neutro y realizarle un buen enjuague. Estas son medidas simples que pueden ser fácilmente adoptadas por la madre.

En caso de que el flujo persista, pese a las medidas anteriores, es importante la evaluación por un especialista.